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La otra cara de la psicologa

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La otra cara de la psicóloga

Sus desnudos pies pisaban con seguridad la humilde tierra del inmenso prado que se extendía delante de ella. Vestía un simple vestido blanco, como en su niñez, que juntamente con su largo cabello albino ondeaban debido al viento, así como la hierba de su alrededor, que formaba olas dentro de ese no-acuático lugar.

Inhaló en un momento dado ese aire puro, impregnado de una agradable mezcla de olores de tierra, flores y vegetación, que le hacía viajar en el tiempo hacia aquella inolvidable época en la que vivía junto a Greta en ese lugar, en la casa que habían dejado sus padres.

De repente, le entraron ganas de correr por ese lugar, queriendo sentir en todo su esplendor el viento contra ella y la tierra bajo sus pies, dejando sus preocupaciones y obligaciones de persona adulta y volviéndose niña por unos instantes. Extendió los brazos, como si quisiera salir volando con ese gesto o simplemente querer abrazar todo el aire que le golpeaba ahora con más fuerza.

-¿Te diviertes, Nina?

Una voz conocida la llamó a sus espaldas y detuvo su trayectoria, girándose sobre si misma con la cara congelada por la sorpresa y un ligero temor. Había estado sola todo ese tiempo…

Delante de ella, se vio a si misma con apenas unos diez años, vestida con el mismo vestido blanco que ella y con una extraña sonrisa en su rostro, como si no le sorprendiera verse a si misma ni la reacción de la mayor.

Nina, por su parte, se sintió como si estuviera delante de un espejo, esa niña era una copia perfecta de ella, salvo por el hecho de que ella tenía en esos momentos varios años más que ella.

-¿Quién eres? –consiguió preguntar, dejando la sorpresa a un lado e intentando mantener la serenidad.

-Yo soy tu, ¿no lo ves? –rió levemente, como si le divirtiera explicar esa obviedad.

La mente de la mayor trabajaba a toda velocidad, buscando una respuesta racional a todo eso, pero solo se le ocurrió una posible solución.

-Estoy en un sueño… Tú no eres real, ¿verdad?

En un momento la pequeña se hallaba enfrente suyo y le cogió de la mano sin perder nunca su sonrisa, una ligeramente macabra sonrisa.

-Sueños, realidad,… ¿Qué más da? Yo soy tú y eso no lo pude cambiar nada ni nadie. –atrajo su palma hacia su mejilla, acariciándola mientras cerraba los ojos.

-¿Y qué haces aquí? –esa simple pregunta pareció molestarla ligeramente, ya que abrió los ojos, frunciendo ligeramente el ceño y se separó de ella, quedando a una distancia de aproximadamente un metro de ella.

-Vengo a  hablar contigo…mm… -abrió la boca como si quisiera decir algo, pero no se atreviera o no encontrara las palabras exactas que expresaran lo que quería decir.- Pero antes de nada contéstame a una pregunta… ¿Te gusta tu trabajo?

Nina quedó anonadada por esa pregunta. No encontraba la razón o el sentido de ella, pero aún así contestó sin titubear.

-Sí, me gusta ayudar a la gente y este trabajo es lo que siempre he querido hacer.

Parecía satisfecha con la respuesta y formuló una segunda pregunta:

-¿Y te gusta el mundo en el que vives?

Tardó un poco en contestar, pero también lo hizo sin dudas en su voz.

-Sí, a pesar de todos los defectos que tiene, me gusta este mundo.- "precisamente estos defectos son los que lo hacen único" pensó.

-¿Te gusta pese a las guerras, al hambre, las enfermedades y millones de cosas más que provocan la muerte de miles de personas cada día? ¿Aún así te gusta este mundo?

-¿A dónde quieres llegar con esto? –preguntó frunciendo ligeramente el ceño. Creía que sabía lo que pretendía y no le gustaba nada. Por su parte, la pequeña desapareció de repente, reapareciendo en su espalda, abrazándola por el cuello mientras dibujaba la más macabra de sus sonrisas.

-¿No te gustaría cambiar el mundo, Nina? –preguntó cerca de su oído y un helado escalofrío le recorrió toda la columna.

-¿A…a que te refieres? –consiguió articular y la niña se rió divertida, volviendo a la posición inicial a pocos metros de la mayor y mirándola a los ojos.

-Eres la psicóloga de los países, tienes sus voluntades y sus sentimientos en tus manos. Con una sola palabra que digas, puedes hacer que hagan una cosa u otra; con una sola acción tuya, puedes hacerles felices o los más desgraciados de todo el planeta; con solo quererlo puedes manipularles para cambiar el mundo.

-Es poco profesional. No puedo entrometerme en el curso de la histo-

-¡¡Deja la historia y la profesionalidad!! – gritó, mostrando una faceta que la horrorizó, parecía como si hubiese perdido los nervios.-  ¡Este mundo está podrido! ¡Mientras estamos hablando, decenas de países aprueban políticas que matan a inocentes! Te hiciste psicóloga para ayudar a las personas, de esta manera puedes salvar a todo el planeta.

-¿Y esa es la mejor solución?¿Manipular a los países para que hagan lo que quiera? No quiero jugar a ser Dios.

-¡No tienes porque ser Dios! Simplemente has de actuar con normalidad, ayudando a los países a ser mejores. Tienes  en tus manos el poder de hacer felices a centenares de personas… no, ¡¡a millones de personas!! ¿Por qué no te unes conmigo y conseguimos todo aquello que deseas? –le tendió la mano, volviendo a la sonrisa anterior y con un deje de esperanza en sus ojos.

Pero Nina no pensaba como ella y ni siquiera hizo el gesto de mover la mano.

-No puedo hacer eso. Si cambiara el mundo a mi interés, haría infeliz a mucha gente.- la niña suspiró con rabia y con algo de impaciencia. Hizo el ademán de hablar, pero Nina se adelantó.- Me hice psicóloga para ayudar a quien estuviera en mis manos, aunque desearía arreglar el mundo y que la paz reinara en todos, sé que es algo utópico. Quisiera sanar a las personas, haciéndolas felices y que éstas luego hagan felices a otras. No quiero imponer mis pensamientos ni ideales sobre todos, de esta manera ese planeta se volvería un infierno. No existe la bondad o la maldad, como tampoco existe la paz o el odio, solo hay cosas mejores o peores que otras.

Pasaron unos minutos de absoluto silencio, parecía que la menor estuviera procesando las palabras de Nina para, al final, cerrar sus ojos derrotada, esbozando por primera vez en todo ese tiempo una sonrisa verdadera.

-¿Eso es lo que piensas? ¿Seguro que no te arrepentirás de tus palabras?

-No, cuando digo una cosa la cumplo pase lo que pase…sino no sería un buen ejemplo para mis clientes.- sonrió también, más relajada y segura que nunca.

-Entonces supongo que no nos veremos en un largo tiempo.- se acercó lentamente a Nina y le besó en la mejilla.- Ten en mente siempre estas palabras y no desistas jamás en tu tarea….Cuídate.

Con esas palabras, la pequeña Nina desapareció, quedando la mayor sola en ese prado, ahora de un color naranja oscuro debido al crepúsculo. Eso había sido…

-…un sueño.

Nina despertó en su casa, en su cama y con su pijama azul cielo puesto, tal como la noche anterior. Se revolvió un poco el cabello con una mano, sudaba ligeramente y el flequillo se le pegaba en la frente. Así que todo eso había sido un sueño, pero a la vez había sido muy real. De alguna forma Nina entendía lo que le había pasado, peor en ese momento entró Greta en su dormitorio. Vestía ropa cómoda y llevaba puesto un delantal, así como sujetaba una cuchara de madera en su mano derecha, al parecer había estado cocinando.

-¿Ya te has levantado? ¡Has tardado mucho, dormilona!

Por mucho que pasaran los años, Greta la trataba aún como si fuera una niña. Nina normalmente le habría recriminado eso, pero ese sueño aún la tenía desconcertada.
-Greta, he tenido un sueño muy extraño.- susurró.

Su hermana captó enseguida la gravedad de la situación y se sentó en el borde de la cama, mirándola con preocupación.

-¿Qué ha ocurrido? ¿Has tenido una pesadilla?

-No, he soñado conmigo misma.

-¿Contigo misma? –preguntó extrañada y esperando una respuesta más extensa.

-Conmigo misma sería inexacto…Soñé con una parte de mi, mi parte malvada, por así decirlo.

-¿Tu parte malvada? –soltó una carcajada, como si hubiese contado un chiste muy divertido.- Nina, cariño, tú no tienes ninguna parte malvada. Te he criado todos estos años y soy testigo de ello.

-Pero es una parte que todos tenemos, incluso tu misma.- la miró antes de continuar.- Quería que la aceptara, que la siguiera…

-¿Y qué le dijiste? –preguntó Greta comprendiendo poco a poco la situación.

-Le dije que seguiría mi propio camino, aunque no fuera tan bueno como el que me proponía ella.

Greta le sonrió con ternura y puso una mano en su cabeza, como hacía para animarla cuando era pequeña.

-Nuestras acciones siempre traen consecuencias y tú elegiste este camino. No todos son los mejores y muchos seguro que nos traerán más de un problema, pero si esto es lo que has elegido y estás convencida que es lo correcto, síguelo y defiéndelo, incluso por encima de ti misma.

La imagen de la niña apareció en la mente de Nina y recordó sus palabras y su sonrisa final. Si, Greta tenía razón.

-¡Y ahora, a bañarse! ¡Qué estás hecha un Cristo!

Nina rió levemente, su hermana nunca cambiaría. Se levantó y se dispuso a ir al baño, ahora con la seguridad de que ni la oscuridad ni las dudas entorpecerían su labor.

FIN~
Oneshoot basado en el fic "National Psycology" de :iconcherryandberry: (link del fic original: [link])

Este oneshoot lo escribí por su reciente cumpleaños y también como algo que quería hacerle ^^

La imagen que adjunto también son unos bocetos basados en este fic que iba haciendo a medida que lo escribía.

Lamento si parece muy raro este fic y la mala calidad de las imágenes, pero espero que pese a esto os guste este fic. (aunque sobretodo a ti, Honey~)

Así que sin más dilación, os invito a todos a leerlo ^^

(c) Nina y Greta by :iconcherryandberry:
(c) Hetalia Axis Powers by Hidekaz Himaruya
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